La celebración del nacimiento del Precursor está impregnada de una santa alegría y de una particularidad muy especial. En el caso de Juan Bautista, su natividad es considerada como sagrada.
Hijo de una pareja de ancianos, desde el vientre materno fue elegido para la especial misión de preparar el camino al Mesías prometido. Juan fue el profeta que tuvo la dicha de ver la promesa cumpliéndose, el que fue delante de Jesús para anunciar a los hombres que el momento estaba cercano y que tenían que voltear las miradas a Dios.
La vida santa de Juan transcurrió en el desierto, en el abandono total en la providencia de Dios. Entregó su vida defendiendo la verdad y muriendo como un verdadero testigo de Cristo.