San Pio X, Papa

by sanfranciscosolano, 21 agosto, 2021

San Pio X, papa.
(N. Italia, 1835 – M. Italia,1914)

Giuseppe Melchiorre Sarto, quien luego sería el Papa Pío X nació el 2 de Junio de 1835 en Riese, provincia de Treviso, en Venecia. Sus padres fueron Giovanni Battista Sarto y Margarita Sanson. Su padre fue un cartero y murió en 1852, pero su madre vivió para ver a su hijo llegar a Cardenal. Luego de terminar sus estudios elementales, recibió clases privadas de latín por parte del arcipreste de su pueblo, Don Tito Fusarini, después de lo cual estudió durante cuatro años en el gimnasio de Castelfranco Veneto, caminando de ida y vuelta diariamente.

Gobernó la Iglesia católica con mano firme en una época en que esta se enfrentaba a un laicismo muy fuerte así como a numerosas tendencias del modernismo en los campos de los estudios bíblicos y la teología.​ El nuevo papa desconfiaba de las tendencias progresistas y se apartó conscientemente de la línea más aperturista seguida por su predecesor. Pío X creía necesaria una reacción, adoptando desde el principio una actitud de retirada y de «defensa católica»; esto le llevó a reivindicar para la Iglesia una independencia plena respecto al poder civil, y a recelar abiertamente de la democracia cristiana.

Introdujo grandes reformas en la liturgia y facilitó la participación del pueblo en la celebración eucarística. Permitió la práctica de la comunión frecuente y fomentó el acceso de los niños a la Eucaristía. Promovió mucho el estudio del catecismo y encomendó al canonista Pietro Gasparri la confección del Código de Derecho Canónico (Codex Iuris Canonici)8​ para reunir y unificar la legislación eclesiástica, hasta entonces dispersa.

El 20 de enero de 1904 había promulgado la constitución apostólica Commissum Nobis por la que se prohibían los vetos a la elección papal por parte de los estados que disponían de él como privilegio histórico. En este mismo año había relativizado el Non Expedit de Pío IX, con lo que se entreabría la puerta a la participación de los católicos italianos en los asuntos públicos de su país.

En 1905 denunció el Concordato que, bajo las condiciones draconianas impuestas por Napoleón, había firmado en 1801 la Santa Sede con Francia. Con esta denuncia el papado alcanzaba la total libertad de nombramiento de obispos en Francia, libertad de la cual, a pesar de los diversos regímenes que se habían sucedido en este país, en realidad jamás había gozado.

En julio de 1908, culminó la reorganización de la Curia romana con la aparición de tres decretos mediante los que se modificaron y sistematizaron de manera más racional las atribuciones de las congregaciones romanas, adaptando así la administración eclesiástica a las tareas que trajo consigo una centralización en constante aumento desde mediados del siglo XIX.

Su relación con las iglesias ortodoxas y católicas orientales, marcada por la falta de preparación del pontífice y sus nuevos colaboradores al respecto, ha sido calificada como «época de transición». El decreto papal Tradita ab antiquis del 14 de septiembre de 1912 —que permitía a los católicos orientales asistir a los oficios según los ritos latinos— materializó el retroceso del interés orientalizante y unionista de su predecesor León XIII, retomado más tarde por su sucesor Benedicto XV

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