El 31 de diciembre de 1999, a medio día, cuando en el mundo había algarabía por recibir el nuevo milenio, partía a la Casa del Padre uno de los frailes más entusiastas y de alta sensibilidad social que he conocido, nuestro querido y recordado P. Carlos Lafuente Larrauri.
Era incansable, supo conjugar brillantemente oración, vida fraterna, formación permanente y servicio a los más necesitados. Sin temor a exagerar, fue un EVANGELIO VIVO.
Preparé las imágenes con respeto, gratitud y agradecimiento a su inmensa y sencilla figura franciscana (Fr. Mauro Vallejo Lagos, OFM).